Aceptar para vivir plenamente
Cada 2 de noviembre se conmemora el Día de los Difuntos, una fecha que cada cultura vive de forma diferente.
Algunas lo hacen desde la aceptación y la celebración, recordando a quienes partieron con gratitud, flores y colores que evocan la vida. Otras lo viven desde el silencio o la negación, intentando evitar ese tema que tantas veces incomoda: la muerte.
Durante mucho tiempo, yo estuve en ese segundo grupo. Me costaba aceptar la idea de la muerte y con el tiempo entendí que no era falta de comprensión, sino miedo.
Miedo a la pérdida, a lo desconocido, a la ausencia de los que amo.
Y, sin darme cuenta, al tratar de evitar pensar en la muerte, también me olvidaba de vivir.
Porque cuando negamos una parte de la vida, nos desconectamos de su totalidad.
Con la práctica de la atención plena y el trabajo interior, fui comprendiendo que aceptar la muerte no es rendirse, sino abrirse a la vida con mayor profundidad.
Aceptar la impermanencia nos invita a valorar el instante, agradecer lo que tenemos y vivir con más conciencia.
Como dice Thich Nhat Hanh:
“Si aprendemos a morir, aprendemos a vivir.
Y si aprendemos a vivir profundamente, ya no tenemos miedo a morir.”
Recordar que todo es impermanente —las etapas, los vínculos, las emociones, incluso nosotros mismos—, puede parecer desafiante, aunque también es una fuente inmensa de sabiduría.
Nos recuerda que nada está garantizado, y que precisamente por eso, cada momento importa.
La enfermera australiana Bronnie Ware, en su libro Los cinco arrepentimientos de los moribundos, recopiló lo que más lamentaban las personas al final de sus vidas.
Sus palabras son una invitación poderosa a revisar cómo estamos viviendo hoy:
Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí misma, no la que otros esperaban de mí.
Ojalá no hubiera trabajado tan duro.
Ojalá hubiera expresado más mis sentimientos.
Ojalá hubiera pasado más tiempo con mis seres queridos.
Ojalá me hubiera permitido ser más feliz.
Quizás no podamos elegir cuándo llegará el final, pero sí podemos elegir cómo estamos viviendo ahora.
Por eso te dejo una pregunta para reflexionar:
👉 Si te quedara poco tiempo, cuál de estas cinco cuestiones empezarías a atender hoy?
Hablar de la muerte no nos aleja de la vida.
Nos acerca a ella.
Nos recuerda que lo más importante no es cuánto tiempo tenemos, sino cómo lo habitamos.

